Read this blog in English
¿De qué se trata la divulgación? ¿Por qué es una experiencia tan degradante que imponemos sobre aquellos a quienes se les hace creer que algo en su interior está mal o roto? Comencemos con la definición. La divulgación es la acción de revelar información nueva o un secreto. Esta definición es mucho menos estigmatizante y temerosa que la realidad de abrirse sobre una misma, lo que a menudo conlleva una abrumadora cascada de miedo, vergüenza, ansiedad y culpa. Esto pasa porque, a nivel superficial, sabemos que algunas personas nos juzgarán y, en última instancia, nos rechazarán por aquello que nos convirtió en personas que hemos llegado a querernos y sentirnos cómodas con nosotras mismas.
Recuerdo como se ha usado la divulgación como herramienta y arma en mi contra, simplemente por ser quien soy.
Al reflexionar sobre mi propia vida, hay muchas cosas sobre mí misma que no necesariamente he mantenido en secreto, pero tampoco lo he gritado a los cuatro vientos. Recuerdo como se ha usado la divulgación como herramienta y arma en mi contra, simplemente por ser quien soy. Cuando yo fui diagnosticada, estaba luchando contra un sistema médico que era mucho menos inclusivo de lo que es hoy. Estaba en un camino de autoconocimiento y quería transicionar médicamente de hombre a mujer. En aquel entonces, ya había estado viviendo como mujer por muchos años, pero el nuevo inquilino que se había instalado en el sistema inmunitario de mi cuerpo iba a dificultar ese objetivo de transición.
Antes de trabajar dentro del sistema médico, asumía que estaba protegida o cuidada como paciente. Pueden imaginarse mi consternación cuando a una joven yo le dijeron que regresara a la oficina médica para una visita de seguimiento después de la cita de la semana anterior. Mientras caminaba por lo que sentía era el pasillo más largo y tenebroso de cualquier oficina de doctor que había visitado, mi mente ansiosa se llenó de una sensación de temor y confusión. ¿Por qué me pidieron que regresara? ¿Por qué el personal se mostraba tan distante conmigo? ¿Qué quiso decir la enfermera de recepción con "Ah, tú eres Kim."
¿Es así como le informan a la gente que tienen cáncer o peor, que se van a morir? Los pensamientos en mi mente iban mucho más rápido de lo que yo podía correr. "Okey, Sr. S". Sip, esta enfermera definitivamente me malgenerizó. "Se puede sentar aquí, y el doctor estará con usted brevemente". Caminé hacia la silla conforme la puerta se cerraba lentamente tras la irrespetuosa enfermera que obviamente vio toda esta feminidad y manojos de cabello de 22 pulgadas y aún así tuvo la audacia de decirme "Sr".
Pasaron unos momentos, y al cuarto entraron no una, sino cinco batas blancas—tres hombres y dos mujeres. No recuerdo mucho de ellos además de que ninguno podía verme a los ojos. "Hola Kim, he traído a unos de mis residentes para que observen la visita de hoy, ¿okey?". Hasta el día de hoy, me hubiera gustado que me hubiera preguntado en vez de decírmelo "amablemente". Pasó a decirme que había recibido los resultados de mi análisis de sangre y que me tenía que decir en persona—y aparentemente ante toda una audiencia—que había salido positiva para el VIH.
Al reflexionar sobre mi propia vida, hay muchas cosas sobre mí misma que no necesariamente he mantenido en secreto, pero tampoco lo he gritado a los cuatro vientos.
Me preguntó si yo tenía preguntas. Quería preguntarle por qué fue necesario un equipo para darme esa noticia tan impactante y delicada, pero simplemente dije, "No". Dije no, no porque no tenía un montón de preguntas, sino porque la sensación de ser juzgada por completos desconocidos y la abrumadora vergüenza me dieron ganas de salir de esa oficina lo más pronto posible.
Entonces el doctor me explicó que aunque yo originalmente buscaba servicios para una transición médica, mi diagnóstico de VIH significaba que ahora esto no sería posible. Me informó que me conectarían con un especialista de VIH para comenzar el tratamiento y que me pusiera "más sana antes de pensar en hacerme las tetas". Esa fue la frase que me dijeron mientras estaba sentada en un cuarto lleno de profesionales médicos.
La forma en que este doctor, un profesional de salud, eligió divulgar mi diagnóstico me traumatizó en formas que apenas estoy comenzando a entender plenamente. Mientras sigo blogueando y compartiendo más de mi historia por primera vez, espero darle a las lectoras una idea de cómo una ex peluquera de Rancho Cucamonga, California, convirtió un diagnóstico de VIH en la bendición más grande de su vida. Me convertí en una profesional sanitaria altamente respetada y galardonada, que aboga por la inclusión y la diversidad, y que cambia la cara del cuidado de salud que afirma el género en Palm Springs, California, para siempre.
