Mientras sigo blogueando y compartiendo más de mi historia por primera vez, espero darle a las lectoras una idea de cómo una ex peluquera de Rancho Cucamonga, California, convirtió un diagnóstico de VIH en la bendición más grande de su vida.
Todo comenzó hace unos meses cuando Samantha, miembro del CAC, me envió un mensaje que decía, "Marisa, deberíamos estar en este evento". Me compartió el sitio web; lo leí un poco y compartí la información para ver cómo podíamos asegurar que asistiríamos.