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Una nueva persona

Submitted on Jul 24, 2024 by  Healing Hope

Como parte de una colaboración con Christie's Place, organización asociada de largo tiempo, The Well Project compartirá historias de su libro "Healing Hope: A woven tapestry of strength and solace" como entradas de blog en nuestra plataforma Una Chica Como Yo. Los puntos de vista y opiniones expresados ​​en este proyecto son de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista o posiciones de The Well Project.


**Advertencia de contenido** Este entrada analiza el abuso sexual de una niña por parte de un miembro de la familia y la violencia de pareja íntima. (recursos disponibles al final de esta página)

Si necesita ayuda, llame a la línea directa nacional en línea sobre agresión sexual en los EE. UU. al 800-656-HOPE (1-800-656-4673). También puede encontrar recursos y obtener ayuda en línea en RAINN (https://rainn.org). Si se siente amenazada ahora, llame al 911 o a la línea nacional sobre violencia doméstica en los EE.UU. al 800-799-SAFE [1-800-799-7233; o 1-800-787-3224 (TTY, teléfono de texto)]. Puede buscar un refugio seguro en la página web Domestic Shelters (https://www.domesticshelters.org/). 

 

por Delia Zamora Padilla

Transcripción de la grabación de audio

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Mi nombre es Delia Zamora Padilla. Soy de Michoacán. Cuando estaba muy niña yo sufrí mucho. Yo tuve a mi padre acá al otro lado y él nada más iba, hacía hijos, se regresaba. Mi madre fue madre y padre a la vez. Fui violada por uno de mis primos a los 7 años. De ahí, a los 10 y medio me vine para acá, a Tijuana. Nos trajo mi papá. Pues conviví y todo con ellos. Estuve conviviendo. Sufrió mi mamá y sufrimos nosotros después de la traída a Tijuana.

A los 18 o 19 años conocí a una persona drogadicta que me indució al vicio. Anduve en el vicio. Anduve en las drogas. Fui prostituta. Trabajé en la zona del centro. Vi la vida fácil. Se me hizo fácil. Consumí droga a morir. Fui una persona que vivía en el bordo. Estuve viviendo en el bordo como unos 7 u 8 años. Ya cuando salí embarazada—de una niña—la aborté; ahorita fuera a tener mi niña 20 años. Comía de los contenedores de basura. Había veces que había comida con gusanos. Todo eso tenía que vivir yo por cuestión de que mi padre me corrió de la casa. Y a mí se me hacía fácil acudir a las drogas, acudir a una persona que según, supuestamente, me quería y me había introducido a las drogas. Toqué fondo al más no poder.

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Colorida ilustración de una mujer y su hijo abrazándose con una mariposa sobre ellos.
Ilustración por Lena Gacek

Ahorita le doy gracias a Dios porque tengo un niño. Tiene 14 años y yo a él le comparto todo lo que he vivido, todo lo que he pasado para que a él, el día de mañana, todo le sirva. Voy a cumplir, este 16 de septiembre, 20 años con el virus del VIH. No digo que fue un castigo, yo digo que fue un milagro para poder salir de las drogas, porque yo fui una persona que día y noche consumía drogas. Anduve de lo peor. Para mí era fácil andar consumiendo drogas día y noche. Yo era una persona de las que había veces que yo le decía a mi marido que yo tenía que salir y salía porque había veces que él me mandaba. Él me mandaba y estar batallando, y estar yo taloneando, para poderle conseguir para la dosis para él. Si no le conseguía para la dosis, él me golpeaba. Y estar batallando y llevar una vida que no era vida. Perdí a mi familia, perdí a mis hermanos, perdí todo por cuestión de las drogas, por cuestión de la vida fácil.

Hoy me puedo dar cuenta que soy feliz. No tengo nada. No tengo dinero. No tengo nada, pero vivo feliz. Vivo feliz al lado de mi hijo. Aquí en mi casa vive mi hijo y vivo yo. Vivimos los dos solos. Los dos solos somos una familia, somos un equipo. Hay veces que me dan los ataques y el que me auxilia es él. Le doy gracias a Dios por tenerlo a él.

Yo quisiera poder compartir con muchas personas para que el día de mañana, hay muchos adolescentes… que no vivieran esto que yo he vivido, porque es una vida muy triste. Es una vida muy triste estar en la calle de solas en la noche, estar viviendo en la calle, estar comiendo de la basura. A mí se me hace muy triste porque yo tengo un hijo y a mí no me gustaría que mi hijo viviera todo lo que yo viví. Ver que es el papá de él quien me indució al vicio, y ver que había veces que yo no quería tener relaciones, y tener que tener relaciones a huevo por cuestión que él me decía que yo era su pareja y que yo tenía que tener relaciones a como él quisiera… yo me enfadé, me cansé y dije, ¡hasta aquí!

Fue cuando unas personas me fueron y me rescataron al bordo. Me dijeron que si quería cambiar—y yo me di la oportunidad de poder cambiar y poder darme la oportunidad de tener un hijo. Gracias a Dios tengo un hijo. Ahorita tengo a mi madre, tengo a mi familia que me apoya, que me consiente, que me da apoyo, que me da consejos. También me siento querida por muchas personas que me conocen aquí en mi privada, aquí donde yo vivo. Me dan consejos y me dicen, "¿Sabes qué? Me da mucho gusto de que tú vayas a cumplir tanto tiempo de limpia y tanto tiempo de estar sin usar drogas". Yo le doy gracias a Dios por tener la condición porque yo sé que, porque tuve la condición, el VIH, yo dejé de consumir drogas.

Volteé la moneda. Si yo estoy consumiendo drogas y si a mí me hace daño para el medicamento y voy a vivir más con este medicamento, yo le voy a echar ganas. Yo tengo desde que me dieron el diagnóstico, tengo 20 años. Yo le doy gracias a Dios por estar limpia. Ahorita el VIH lo tuve de mi pareja, tuve a mi pareja y él me contagió del VIH. Yo supe la persona quien lo contagió a él, y la persona que lo contagio a él era una amiga mía. Le doy gracias a Dios por estar como estoy, porque yo sé que, si yo no hubiera recibido o hubiera tenido el VIH, yo no estuviera aquí.

Me motiva tener el VIH. ¿Por qué? Porque me motiva a salir más adelante de lo que es. Yo siempre he pensado que si uno vive de esa manera lo vive porque uno ha querido. A uno no le ponen una pistola para que uno agarre ningún vicio. Y yo le doy gracias a Dios también por los ataques que me dan, de haberme dado un hijo al que yo tengo.

Mi hijo desde los 5 años, él siempre ha estado al pendiente de mí. Él ha sido como mi marido. ¿Por qué digo como mi marido? Porque él es el único que está aquí en mi casa. Él es el que me atiende cuando me dan los ataques. Él es el que anda viendo, "Mira mamá, se te ha olvidado el medicamento". Porque se me olvida a veces con los ataques. Él es el que me dice, "Mira mamá, toma agua, aquí está el agua porque ya te toca tomarte el medicamento".

Y ver que sí es triste la vida que agarramos, la vida que escogimos, pero pues le doy gracias a Dios porque ahorita hay muchos lugares donde nos apoyan por cuestión de la condición. Gracias a los talleres que nos dan, gracias a las herramientas que nos dan, nosotros podemos llevar una vida normal. Y pues haz de cuenta que nos dicen cómo hacerle o por cuál lado irnos. Y le doy gracias a todas las personas que nos comparten la experiencia para poder agarrar lo bueno y lo que nos sirvan de ellas.

Ahorita, mi propósito es seguir echándole ganas para poder estar bien tanto de salud y poder estar bien y cumplir más años limpia. Para que el día de mañana que yo tenga mis nietos, poderles dar un buen ejemplo y poderlos guiar por el camino correcto. Gracias.


Si usted o alguien que conoce desea recursos o apoyo en relación con los temas anteriores, consulte:

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