Como parte de una colaboración con Christie's Place, organización asociada de largo tiempo, The Well Project compartirá historias de su libro "Healing Hope: A woven tapestry of strength and solace" como entradas de blog en nuestra plataforma Una Chica Como Yo. Los puntos de vista y opiniones expresados en este proyecto son de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista o posiciones de The Well Project.
**Advertencia de contenido** Esta entrada incluye temas de violencia, incluido el abuso sexual, y ideación suicida (recursos disponibles al final de esta página)
por Martha Robles
Transcripción de la grabación de audio
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Yo quiero empezar con mi historia desde que yo tenía 6 años. A mis 6 años de edad fue cuando mi mamá falleció. Yo vengo de una familia muy grande. Somos 13 hermanos en total, con un papá adicto al alcohol y a las drogas y siendo una persona compulsiva que siempre lastimaba a las mujeres de la casa. Yo soy la penúltima de esa familia y lamentablemente cuando mi madre fallece me quedé en cuidado de mi papá. Mínimo desde los 9 a 12 años, mi padre empezó a abusar de mí. Después de muchos años me di cuenta de que también abusó de mi hermano el más menor.
La mayoría de mis hermanos y hermanas, excepto una hermana, fuimos adictos al alcohol y las drogas. El tiempo que mi papá estuvo abusando de mí, fue una etapa muy difícil porque yo no tenía el valor de decirle a alguien lo que estaba sucediendo; eso me hacía sentir que estaba atrapada. Entre los 12 y 13 años tuve la oportunidad de irme con mi hermana a los Estados Unidos. Aquí en los Estados Unidos empecé a ir a la escuela por un tiempo y así es como pude aprender el inglés un poco. Lamentablemente en la casa de mi hermana viví el abuso sexual de parte de su esposo, que es mi cuñado.
Para una mujer como yo, no teniendo alternativas y teniendo que quedarme callada y dejar que me pasara todo eso, era una etapa muy difícil porque yo era una niña. Me acuerdo que la primera vez que me invitaron a una fiesta yo tenía 14 años. Me dieron una bebida que contenía vodka y solo con dos vasos de bebida y siendo mi primera vez, me emborraché. La bebida me hizo sentir bien como si estuviese libre.
Cuando yo me despierto después de la fiesta, yo me acuerdo que desperté en un carro y estaba una persona que me estaba diciendo que me alivianara y que me tenía que ir para mi casa porque ya era muy tarde y yo le pedía que no me llevara a mi casa. Me encerré en su carro y me quedé con ese hombre que tenía 28 años y yo apenas 14 años. Prácticamente yo forcé a esta persona que me llevara con él porque yo ya no aguantaba la situación que yo estaba viviendo en casa de mi hermana. Con esta persona yo estuve viviendo por cuatro años y llegó un momento donde había muchos problemas en la relación. Después de que él me dejara yo me fui para Ensenada de donde yo soy. Empecé a trabajar a rehacer mi vida, pero sufrí mucho porque yo quería mucho a esa persona.
Estando en Ensenada yo viví con otra de mis hermanas y también era muy difícil ya que había muchos pleitos constantemente que causó que yo empezara a tomar mucho y tuve que salir corriendo de esa casa. Me fui a otra ciudad con unas amistades donde nos ofrecieron trabajo de meseras. En ese restaurante se vendía cerveza y ahí fue en donde yo encajé y empecé a tomar. Me iba a trabajar y cuando se acercaba mi hora de salir me emborrachaba tanto que llegaba al hospital por intoxicación. En ese tiempo me volví más alcohólica, y también empecé a prostituirme.
Decidí cambiar mi vida y regresarme para Ensenada otra vez y buscar un trabajo más decente y lo logré, pero las dificultades de la casa de mi hermana seguían más fuertes que hasta mi cuñado me empezó a relacionar con los problemas que tenían entre ellos y me corrió un día de la casa.
Cuando me corrió de la casa yo me fui con otras personas, pero yo seguía tomando. Llegó un día donde mi hermana, la que vivía en Estados Unidos, me mandó a buscar y me dijo que ocupaba mi ayuda. Me ayudó a regresar a los Estados Unidos y me arregló mis documentos. Al volver a llegar a este país fue cuando yo pensé en darme otra oportunidad, dejar de tomar y rehacer mi vida. Al año de estar en este país, conocí a mi exesposo. Yo lo vi como a una persona con la que yo podía formar una familia y como otra oportunidad para poder rehacer mi vida porque lo miraba como una persona honorable y responsable, pero también era una persona muy conflictiva y compulsiva.
Me quedé con él y al año nos casamos, y quise hacer una vida con él, y tener hijos, algo que yo nunca vi en mi hogar. Lamentablemente, después de casarme nada fue igual. Empezó con mucho maltrato y mucho abuso por parte de él, y tomaba mucho hasta que después yo empecé a tomar otra vez con él y caí en las drogas porque tenía mucho coraje. Un día me enteré que él se había metido con mi sobrina quien era adicta a la heroína y eso me dio mucho sentimiento, porque siempre que ella venía a visitarnos a la casa él se expresaba muy mal de ella y yo me molestaba mucho por cómo se expresaba de mi prima porque al fin, ella es mi familia.
Lejos de dejar a mi exesposo por la infidelidad, voté por quedarme con él y empezar a consumir heroína, que fue un gran error. Él nunca dejó de ser una persona infiel y siempre fue muy abusivo. Yo estuve en esa relación por 22 años. A los dos años que yo estaba casada con él intentamos de tener hijos, pero yo no podía.
Llegó un momento donde mi sobrina llegó hacia mí y me dijo que iba a tener un bebé, pero ella no lo quería y me preguntó si yo lo quería porque si no se lo iba a sacar de su vientre y tirar el bebé a la basura. Y yo entre mí pensé, ¿cómo vas a tirar a una criatura a la basura? Y le dije que yo me iba a hacer cargo del bebé. Fue algo muy bonito porque me encariñé y me ilusioné. Pensé que esto iba a mejorar mi relación. Lamentablemente, esta fue mi mentalidad, pero sí fue muy bonito cuando este bebé llegó a nuestras vidas.
Cuando el niño nació, todo su sistema estaba lleno de drogas porque mi sobrina consumió drogas todo su embarazo. Esa criatura me dio la esperanza de cambiar mi vida y dejar la heroína. Cuando el niño tenía 6 años yo todavía vivía una vida muy difícil con mi exesposo, pero Dios me dio la oportunidad de salir embarazada. El día que me enteré fue porque yo me sentía muy mal y sentía movimiento en mi panza. Decidí comprar una prueba de embarazo y salió positiva. Con tantos problemas que tenía no podía convencerme de que sí estaba embarazada.
Decidí no consumir por dos días para poder ir al doctor y hacerme la prueba para confirmar. Ese mismo día confirmé que sí estaba embarazada y que tenía 5 meses de embarazo. Yo al momento pensé que esto por fin iba a hacer que nuestra relación, con mi exesposo, sí iba a funcionar porque este bebé sí iba a ser de él. Al llegar a la casa yo le dije a él las noticias y lo único que me dijo fue que él no sabía de quién era el bebé, pero que no era de él. A mí no me importó porque yo estaba muy feliz.
A los días me hablaron otra vez de con mi doctor y me dijeron que sabían que consumía drogas y me ofrecieron recursos. Yo en negación les dije que no ocupaba ningún recurso porque yo podía parar de consumir drogas en cualquier momento. Después me dijeron que me habían hecho la prueba del VIH y que yo había salido positiva. Yo inmediatamente pensé en que ya me iba a morir y en qué era lo que iba a suceder con mi hijo ya que él era muy hiperactivo y difícil de cuidar. Le pregunté a la doctora que cuánto tiempo me iba a quedar de viva, y fue cuando la doctora me dijo que no era así, que había tratamientos para el VIH.
Después de salir de la oficina de mi doctora me subí a mi camioneta y lo único que quería hacer era matarme. Le di al carro a todo lo que daba y cuando yo ya estaba a punto de estallar, me acordé de mi hijo, y me dije a mí misma, qué va a pasar con él si sólo yo lo aguanto. Pensaba sólo en él y eso fue lo que a mí me detuvo en no cometer ese error. Llegando a mi casa mi exesposo estaba ahí y yo pensando que yo lo había infectado le dije que se tenía que hacer la prueba del VIH porque yo había salido positiva. Él me hacía sentir que todos los problemas que pasaban entre nosotros eran por mi culpa.
Empecé a atender mis citas médicas, dejé de consumir y un día antes de que mi bebé naciera, él llegó a mi casa a insultarme y llamarme una drogadicta. Él agarró el café que yo estaba tomando y me lo aventó quemándome la pierna. En fin, que después de discutir, él se fue y yo me compré una dosis de cristal y la consumí toda estando embarazada. Llegó mi hermana y me vio en el estado en que yo estaba y me dijo que me bañara y nos fuimos al hospital.
Duré 24 horas en el parto de mi hija. Cuando desperté, me di cuenta que mi hija no estaba conmigo y me dijo la enfermera que no me iban a dar a mi hija porque la niña salió positiva a las drogas, pero negativa al VIH. Por una parte, yo estaba contenta por eso, pero no me dejaban ver a la niña porque había salido positiva a las drogas.
Para mí lo único que me importaba es que había salido negativa al VIH. Hablé con la trabajadora social y le pregunté qué es lo que tenía yo que hacer para volver a tener a mi hija. Ella me dijo que tenía que ir a programas de abuso de drogas y grupo de apoyo. Fue muy duro para mí salir del hospital sin mi bebé, pero se la entregaron a mi hermana.
Yo me enfoqué principalmente en el programa de narcóticos anónimos porque ese era el programa que me ayudó a salir de la adicción y me ayudó bastante. Tomé muchos programas, incluyendo de cómo ser madre. A los dos meses que me devolvieron a mi hija supe que había valido la pena estar en estos programas.
Fui a un retiro de mujeres de parte de Christie's Place y me ofrecieron trabajar como navegadora de par, al principio no quería, pero al fin decidí hacerlo. Me empecé a involucrar con la comunidad y empecé un grupo de promotoras. Una de mis especialidades es empoderar a las mujeres, hacerles saber que todo se puede, no importa que vivas con el VIH. Aprendo de las mujeres que apoyo y lo implico en mi vida y viceversa porque aquí estamos para ayudarnos.
En estos 11 años he visto tanta transformación de las mujeres y ahí es donde Dios me dice que tuve que pasar por todo eso para aprender y ayudar a las mujeres. Todas las malas experiencias las platico con las mujeres. Las mujeres siempre me preguntan qué es lo que ocupo de ellas, y yo siempre les digo que lo que ocupo es que crean en ellas mismas porque yo para cambiar mi vida tuve que creer en mí.
La vida te da chances y hay que aprovecharlas. Le doy gracias a Dios que me haiga infectado de VIH porque me ayudó a cambiar mi vida y he podido ayudar a otras mujeres. El VIH me hizo más fuerte y me empoderó más.
Si usted o alguien que conoce desea recursos o apoyo en relación con los temas anteriores, consulte: