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Me fui enterando de que tener VIH fue una bendición y empecé a darme cuenta que, de lo más duro, lo más difícil que te pueda pasar en esta vida, si tú te lo propones, puedes sacar algo muy bueno.
La vida te da chances y hay que aprovecharlas... El VIH me hizo más fuerte y me empoderó más.
Me salí de mi casa a la edad de 14 años y empecé con alcohol y drogas. Siempre me sentí inferior a las demás. Desde mi actividad sexual me hacía estudios de sangre, aunque mis relaciones no fuesen constantes. Ya existía en mí el temor a una enfermedad de trasmisión sexual. Había ocasiones que regresaba a casa y mi familia siempre me recibía con amor y podía sentir su tranquilidad cuando me veían llegar, pero yo fallaba cada que mi ansiedad volvía.
Era 1985 y tenía 21 años cuando el presidente Ronald Reagan anunció al mundo el principio de una nueva enfermedad: GRID o inmunodeficiencia asociada a la homosexualidad, más tarde conocida como síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA. Recuerdo específicamente haber escuchado las palabras "asociada a la homosexualidad", así que, claro, pensé que no tenía nada de qué preocuparme.
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