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Submitted on Jul 11, 2023 by  Healing Hope

Como parte de una colaboración con Christie's Place, organización asociada de largo tiempo, The Well Project compartirá historias de su libro "Healing Hope: A woven tapestry of strength and solace" como entradas de blog en nuestra plataforma Una Chica Como Yo. Los puntos de vista y opiniones expresados ​​en este proyecto son de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista o posiciones de The Well Project.


**Advertencia de contenido** Esta entrada incluye temas de ideación suicida (recursos disponibles al final de esta página)

por Alessandra Blásquez

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Ilustración de una mujer dando comida a otra mujer.

Hola. Mi nombre es Alessandra Blásquez. Fui diagnosticada en abril del 2004. A mí no me afectó mucho saber que era positiva porque ya sabía que existía medicamento, pero lo que no sabía era que la medicina era muy cara y a la mejor no iba a tener acceso a la medicina, pero resultó que hay aseguranzas que cubren el costo del medicamento.

A la primera persona que le dije sobre mi diagnóstico fue a mi padre. A mi padre sí le afectó mucho porque él pensaba que yo no iba a vivir mucho tiempo. Mis papás no sabían mucho lo que es el VIH/SIDA. Para mi papá, mi diagnóstico fue como una bomba. A mí, en lo particular, fue más difícil mi transición de hombre a mujer que mi diagnóstico, porque sé que hay grupos de apoyo, ayuda para obtener medicamento y no me afectó mucho decir que soy positiva por esas razones.

Yo, desde pequeña sabía que yo era niña, pero vivía en la Ciudad de México y en la Ciudad de México hay mucho bullying hacia las personas de mi comunidad. Yo tenía que ser algo que yo no quería. En la escuela me hicieron mucho bullying, y yo tenía que vestirme de hombre, cosa que yo no quería. Una vez mi papá me descubrió de mujer y lo tuve que negar porque no sabía yo como él iba a reaccionar.

Cuando mi papá se jubiló, nos movimos a Tijuana donde mi tío era gobernador y ahí mi tío le dio un puesto a mi papá. Ya en Tijuana, yo estaba esperando poderme emigrar para ya yo poder salir del closet. Pero resulta que iba a tomar 13 años para poder emigrar a los Estados Unidos. Pasó el tiempo y yo me desesperé y yo ya no estaba a gusto de hombre y no podía esperar 13 años y ahí empezaron los conflictos. Me tuve que ir de la casa, y como no podía conseguir trabajo por ser transgénero, me tuve que prostituir. Yo no quería buscar trabajo como hombre. Hasta llegué a usar droga para no sentir frío porque tienes que andar ‘sexy’ para que los hombres te levanten. Después conocí a una persona que trabaja en el LGBTQ Center de San Diego, donde me convenció de regresarme a vivir con mis padres para ya no seguir en peligro en la calle, porque yo misma veía a personas que terminaban muy mal, les tronaban el cerebro y vivían en lugares muy feos, así que regresé a mi casa.

Mis papás me aceptaron para atrás, y logré convencer a mis papás para que fueran a grupos de apoyo. Después de eso, mi papá me empezó a aceptar. Mi mamá empezó a tener problemas de demencia. Primero me aceptaba y minutos después me rechazaba. No quería aceptar mi sexualidad. No quería aceptar que yo era una mujer y no un hombre.

Ya que no podía encontrar trabajo por ser transgénero, decidí meterme a estudiar. Cuando estaba estudiando para asistente de enfermera, me enteré de un programa donde podía cuidar a mis papás y me pagaba el gobierno. Cuidé a mis padres por 12 años. Desafortunadamente, ya se me fueron. El 17 de noviembre del 2016 fallece mi mamá; al año fallece mi papá y pierdo el trabajo. Una situación que sentía que ya me volvía loca. Yo caí en la depresión profunda.

Desde que yo salí positiva, siempre he llevado cosas a Tijuana porque es mi forma de yo pagar mi tratamiento del VIH, porque allá todo es caro. Lo que yo recibo aquí en los Estados Unidos, yo llevo a Tijuana: medicina, comida, ropa y cosas indispensables. En una de las idas a Tijuana, me doy cuenta de que a mi camioneta algo le estaba pasando. Entonces, decido llevarla al mecánico en Tijuana. Resulta que ese mecánico metió droga en mi carro. Me arrestaron en la línea de San Diego y me preguntaron cómo yo me identificaba. Yo les dije que como femenina. Ya que me iban a ingresar, me preguntaron si yo estaba operada de cambio de sexo y como no lo estaba, me dijeron que me tocaba estar con los hombres. Con los oficiales no hay nada que discutir. Pierdes todos tus derechos.

Estando en la celda de la cárcel, sólo me la pasaba rezando y durmiendo para aguantar estar ahí. Al tiempo amenacé con ahorcarme porque ya no aguantaba yo estar ahí. Me mandaron a un hospital psiquiátrico. Estuve en el hospital por dos semanas. Con una esposa en el pie y otra en las manos, pero me sentía libre, porque tan siquiera, en el hospital me daban mi medicamento del VIH, algo que en la cárcel no me daban. Después de un tiempo, salí libre. Me levantaron los cargos. A pesar de todo esto pude mantenerme indetectable y con muy buena carga viral.

De mi historia, yo quiero que la gente me recuerde como a alguien que le encantaba ayudar a la gente sin esperar nada a cambio.


Si usted o alguien que conoce desea recursos o apoyo en relación con los temas anteriores, consulte:

Submitted by MariaHIVMejia
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Gracias por compartir tu histroia! continua haciendolo porque necesitamos muchas personas de la comunidad latinx! eres un ejemplo de superacion y vas a ayudar a muchas personas cpn esta condicion humana. 

mucho amor y luz y amo a San Diego 

Maria 

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