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Introducción - Anna

Submitted on May 11, 2016 by  anaaladina1976

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Me llamo Anna Gonzalez Francis. Tengo 40 años y nací y vivo en Barcelona (España). Es difícil resumir tantísimas cosas en simplemente cuatro lineas, que a veces, pocas o muchas veces, se las lleva el viento. 

Actualmente tengo 40 años, y llevo conviviendo con el virus del VIH desde los 17 años (21 años de lucha). Nací en el seno de una familia completamente desestructurada. En mi hogar nunca existió el amor, jamas lo conocí, solo palizas, descalificaciones,  abusos psicológicos, autodestrucción  y un largo etcetera del que no quiero, no deseo, no intento recordar.

Para mi, la adolescencia fue una puerta muy amplia y muy liberadora. A los 17 años, conocí a mi primer amor. No era un muchacho ni atractivo ni con una condición especial, la verdad. Pero tan solo pudo conquistarme con un falso "te quiero", palabras que yo nunca había escuchado en mi vida. Estaba tan falta de cariño que me aferré a el como a un clavo ardiendo. Simplemente me quería sentir querida.

A los 7 meses de empezar a salir con el, empecé a sentirme extrañamente enferma. Tenia infecciones constantes en mi vagina, un cansancio repentino, empecé a perder pelo... Intenté no darle importancia, pensando que era imposible contraer una enfermedad contagiosa estando solo con mi primer amor. A los 9 meses de estar juntos, él empezó a enfermar de una manera muy rápida, alarmante. Se me prohibió la entrada a su habitación. Solo me dejaron entrar para un único fin: despedirme de el. Falleció de SIDA. A partir de ahí, empezó uno de mis primeros declives personales. SIDA???? SIDA?????? No, no, por favor. 

Mis sospechas por mi repentino cansancio, debilidad y caída de cabello, no hacían presagiar lo que pocos imaginaban: en mi primera analítica, no solo salió que yo era VIH positiva, si no que mis cd4 estaban por los suelos. SIDA???? Yo, SIDA????? Con 17 años, SIDA????? Voy a morir, voy a morir, nadie me va a querer, jamas podré ser madre, me espera una mente lenta, silenciosa y cruel... con solo 17 años. 

En mi primera consulta con el internista, me dijo que, o nos poníamos manos a la obra, o yo fallecería en 3 meses. En primer lugar "buscar" algún tipo de tratamiento. Para esos entonces, solo existía el AZT, y un nuevo fármaco, llamado Videx, también asomaba la cabeza, recién aprobado. Así que mi medico, al verme tan mal, decidió arriesgar y empezar con los dos fármacos juntos. Y siguiente, visita con el ginecólogo para valorar las infecciones recurrentes vaginales: el resultado fue una amenaza de cancer de cuello de utero, del que, milagrosamente pude salir.

No tenia adonde ir. Enferma. Sola. Y volví a mi casa. Con mis padres maltratadores, abusadores, egoístas........ Me encerré en mi habitación y pasé meses enteros decidiendo cual sería la canción que sonaría en mi funeral.

Las visitas con el doctor se convirtieron en un infierno. El hombre, muy joven y muy inexperto, normalmente le restaba importancia a muchas cosas. Por ejemplo, mis primeros efectos secundarios. Tuve gracias a Dios y a la Virgen, que en 1995-1996 empezaron a salir mas fármacos. Sí, en teoría muy buenos y potentes para luchar contra el VIH, pero completamente devastadores para la salud del paciente. Los efectos secundarios eran terribles (aun lo son y aun los experimento en mi cuerpo). En el año 1995, con el auge de la salida de nuevos fármacos, se nos daba a los seropositivos miles y miles de mezclas de ellos para ver si, realmente, funcionaba. No tenía calidad de vida. Yo vivía en el lavabo. Ya imagináis. Pero, por otro lado, ademas de esos efectos secundarios físicos tan terribles, seguía viva.

Pero, y la parte emocional???? El estigma??? El estar años y años sin poder decir tu gran secreto a nadie??? La parte emocional, siempre lo he dicho, y siempre lo dire, es la mas difícil y a veces la mas destructiva a la hora de luchar contra el VIH. Me sentía como una cucaracha, como una rata de cloaca, a quien siempre daría asco por ser como soy, una maldita infecciosa de SIDA. Tuve ingresos psiquiátricos. Perdía la cabeza por completo, no le veía salida ninguna a mi vida. Quien me iba a querer a mi? Si yo, muchas veces, ni me quería a mi misma.

Pasaban los años, y entre efecto secundario y entre medicación y medicación, encontré un trabajo para ser mas independiente y retomar mis estudios. Retomar mi vida. El trabajo no era nada del otro mundo, simplemente de cajera en un supermercado. Pero el pueblo de mis padres era un pueblo muy pequeño y ya se sabe que en los pueblos se sabe todo. Mi gerente en el supermercado era una autentica hija de puta. Estuvo indagando en mi vida, y a la que supo que mi pareja había fallecido de VIH, empezó a hacerme la vida imposible, llamándome varias cosas, entre ellas "sidosa". Mi cabeza, de nuevo se hacía añicos, pero encontré una gran tabla de salvación: el amor. Conocí a Javier, el gran amor de mi vida.

Me comprendió tal y como yo era, en ningún momento el VIH fue tabú ninguno para el, y a su lado, me sentía querida, amada y respetada. Solo había un pequeño problema: vivíamos a 800 km de distancia, pero nuestras cartas de amor eran un bálsamo para mi día a día. Nos amemos muchísimo y con el rompí el primer tabu: hacer el amor con un hombre que me había aceptado como seropositiva.

Pasaban los años, la vida daba vueltas, dejé aquel trabajo, y de repente, cuando menos me lo esperaba, apareció mi esposo en mi

vida. Fue de pura casualidad, en un concierto de rock. Las cosas con Javier no iban bien, así que decidimos darnos un tiempo. Ahora yo me enfrentaba a mi segunda prueba de fuego: explicarle a mi marido que yo era seropositiva. Me acepto sin pensárselo dos veces. Siempre lo he dicho, desde que empecé a vivir mi "segunda" vida como seropositiva, fue cuando mas amor encontré.

Empezé a salir con mi marido. Al principio no me lo tomaba muy en serio, pero poquito a poco nuestra relación se fue afianzando. Decidimos ir a vivir juntos. Y se me despertó el gusanillo de ser madre era el año 1999-2000, y cambié a ese doctor inexperto por una unidad de VIH que hay en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona-Barcelona, allí estuve indagando para ver si podría ser madre. Era todo muy confuso, no habían todavía muchos casos, ahora empezaban a salir lo primeros, y los medicos miraban esperanzados al futuro y decidí quedarme embarazada, con inseminación artificial, ya que mi esposo es negativo.

El embarazo no fue un camino de rosas. Yo ya empezaba a acumular una toxicidad en mi cuerpo por esos primeros años de medicación, y eso pasó factura en mi embarazo. no tuve un embarazo sano. A los 6 meses de gestación, mi hijo nació muy prematuramente, pesando 900 gramos, y con pocas expectativas de vida. Después de estar muchos meses luchando en la UCI del hospital, mi bebe pudo venir con nosotros a casa, y ahora es un adolescente de 13 años. Dios me bendijo.

En cuanto a salud mental, es lo peor que llevo de convivir con el VIH. Padezco depresión severa crónica, ansiedad, fobia social y obsesiones, aunque tengo la inmensa suerte de que mi psiquiatra es un psiquiatra especializado en VIH y es un amor. Gracias a la medicación psiquiátrica, llevo una vida mas o menos  normal. Pero lo que peor llevo, y para lo que no existe ningún antídoto efectivo, es por la toxicidad que mi cuerpo ha desarrollado después de mas de 20 años en tratamiento. No olvidemos que algunos efectos secundarios de la medicación del VIH, a largo plazo, pueden tener los síntomas físicos de una quimioterapia suave. No trabajo.

Me encuentro con 40 años, por una parte, feliz, por ver crecer a mi hijo, y mi esposo me ha demostrado un amor incondicional (incluso cuando su madre, mi propia suegra, le dijo que no quería saber nada mas de el por estar con una chica VIH). Actualmente, vivo en la montaña junto a mi única familia, mi esposo, mi hijo, mis 3 gatos y un pequeño puñado de amigos. Mi padre falleció. Mi madre, ahora muy enferma, apenas tenemos contacto. A veces, en los últimos años, me he refugiado en algunas drogas blandas o el alcohol, para sobrellevar lo que es mi vida día a día. 

Para mi, psicológicamente, es muy difícil vivir con el VIH después de haber superado estigmas sociales, rechazos, insultos... y combatir ese día a día con unos fármacos que te destrozaban el cuerpo.

Todo pasa factura. Todo. Pero me quedo con lo bueno: he podido ponerle cara y ojos a algunas mujeres que viven la maternidad con VIH en el mas absoluto lógico silencio. A veces, mucha gente que me escribe en mi Facebook, me dicen que soy una fuente de fuerza y de visualización del VIH. Pero no quiero olvidarme con los que lo vivieron antes de mi: los que fallecían como perros en los hospitales, que las enfermeras ni siguieran los querían tocar con sus manos, que morían en la mas profunda desesperación... Esos fueron los primeros, los segundos, fuimos la gente de mi quinta, la "quinta de Freddie" (haciendo honor a mi amadisimo Freddie Mercury), los que estuvimos batallando día a día contra la discriminación, el estigma, y el hacer como de conejillos de indias para muchas medicaciones.

Y los terceros soys vosotros, juventud de este mundo. Actualmente, aparte del VIH y mis depresiones, lucho contra la artritis, la artrosis y la fatiga crónica. Pero aun así, soy en el fondo una chica normal a la que le gusta ir al cine, escuchar buena música, tomar una cervezita y reírse de la vida. Si tengo la oportunidad de que algún joven pueda leer este blog, solo quiero decirles que tienen el poder de salvarse la vida. Con 17 años, yo no sabia nada de nada del VIH, apenas se sabia. No pude salvarme vosotros si. Os puedo asegurar que no le deseo ni a mi peor enemigo nada de  algunas cosas que he vivido pero como decía Mercedes Sousa: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto........."

Ana Francis

Por qué quiere Anna ser parte de Una Chica Como Yo: Decidí participar en Una Chica Como Yo porque considero que el estigma en el vih todavía existe. Para mi es muy importante que, ahora en el siglo 21, podamos dar la cara sin ninguna verguenza respecto al VIH. Considero que la figura femenina en el transcurso de la historia del vih es muy importante, ya que las mujeres hemos tenido que luchar dos veces, una por vivir, y la otra, ser madres a pesar de ser  VIH positivo. Pienso que The Well Project es la mejor ventana hacia el mundo para hacernos visibles respecto al VIH.

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