Cuando vi la luz por primera vez, aprendí rápidamente que a los padres no se les da un manual para criar a los hijos, sino que van sobre la marcha con los valores y comportamientos de sus generaciones pasadas.
La tradición de contar historias siempre ha sido una práctica sagrada y catártica para que las mujeres compartan experiencias y expresen emociones. La seguridad que brinda una comunidad crea un ambiente propicio para el compañerismo e intercambio con otras mujeres que han vivido experiencias similares.