Definitivamente el momento en el cual nos confirman el diagnóstico es el más difícil. El mundo se derrumba, las fuerzas que creías tener se te acaban de repente, todo se vuelve oscuro aun siendo un día de magnífico sol.
Nadie puede estar preparado para que te digan que tenés VIH y mucho menos que estás en etapa SIDA (la mal llamada etapa final). No hay consuelo, te llenas de preguntas sin respuestas, te culpas, te enojas con vos mismo, y decidís esconderte.
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