Es muy fácil escribir lo que he vivido, si sufrí, si lloré, si me levanté rápido o no. Es fácil contar lo experimentado. Pero cuando uno se vuelve activista deja el “yo” de lado, ya no soy “YO”, somos nosotros. Sí NOSOTROS: los que vivimos con el VIH, los que sufrimos la discriminación, el estigma, las miradas vacías, los que somos juzgados permanentemente sólo por vivir con un virus. Un virus que no elegimos tener, pero que sin pedir permiso, sin ni siquiera avisar irrumpió nuestras vidas, y muchas veces en millones de caso se las llevó.
Y escribir desde NOSOTROS, es mucho más difícil. Porque ya no se trata de lo que a mí me ocurrió, o de lo que yo creo que debería suceder. Acá empezamos a hablar de derechos, y por supuesto de obligaciones.
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