Cuando vi la luz por primera vez, aprendí rápidamente que a los padres no se les da un manual para criar a los hijos, sino que van sobre la marcha con los valores y comportamientos de sus generaciones pasadas. Nacida y criada en San Diego, aprendí de mala, difícil y confusa manera que mi derecho a la vida no se me dio sin un prejuicio debido a mi raza y color de piel. Siendo una ciudadana estadounidense nacida en la década de 1960, soporté muchas injusticias raciales. Nunca entendí por qué siempre se referían a mí como "espalda mojada, frijolera" y me decían "devuélvete a México".
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